
En los últimos meses, ha comenzado a tomar forma en Chile una modalidad de inversión que no pasa por acciones, propiedades ni cuentas de ahorro tradicionales, sino por participar en el ciclo de compraventa de vehículos usados. El modelo consiste en financiar parte de la compra de autos por medio de automotoras, dejando el vehículo como respaldo, y recibiendo un retorno una vez que es vendido. Todo en plazos breves, con condiciones claras y sin que los inversionistas sean propietarios ni responsables del auto.
Detrás de este modelo está una startup chilena que viene experimentando con nuevas formas de financiamiento colectivo. “Con ReityCar tomamos una operación habitual en el rubro automotor —el financiamiento de stock para venta— y la transformamos en una oportunidad abierta para muchos pequeños inversionistas”, explica Francisco Pérez, CEO de Reity. Según cuenta, se trata de un piloto que busca probar si es posible aplicar la lógica del financiamiento colectivo a operaciones fuera del mundo inmobiliario, pero sin perder los mecanismos de seguridad que los han caracterizado hasta ahora.
La estructura es simple: los usuarios financian el 60% del valor comercial del auto, que queda bajo control de la empresa como garantía. Si la automotora vende el vehículo dentro del plazo acordado —que no supera los 180 días— se paga a los inversionistas un retorno estimado. Si no se vende, el auto se remata a un precio mínimo equivalente al monto total tokenizado más la rentabilidad de los usuarios. “Los plazos son breves, el activo es tangible y el capital queda vinculado a un bien que se puede liquidar si es necesario”, comenta Pérez.
Uno de los elementos clave del modelo es el límite en el financiamiento: el token solo cubre hasta el 60% del valor del auto. Esto permite absorber escenarios adversos —como ventas a menor precio— sin afectar el monto aportado por los inversionistas. “Nos interesa probar que se puede estructurar un producto de renta breve, con una lógica clara de entrada y salida y con criterios razonables de resguardo”, señala el CEO de Reity.
Hasta ahora, los primeros vehículos financiados bajo este esquema han sido modelos de alta rotación en el mercado usado, en alianza con automotoras que ya operan con flujos rápidos. La recepción de los usuarios, según Pérez, ha sido positiva. “Muchos buscaban salir un poco del ciclo largo del mundo inmobiliario. ReityCar les ofrece una alternativa que mantiene la lógica de los activos físicos, pero con un ciclo mucho más corto”.
Desde la empresa reconocen que se trata de un experimento en desarrollo, que aún están testeando la viabilidad operativa y que han definido límites estrictos para controlar el riesgo. Aun así, creen que el formato podría tener espacio para crecer. “No queremos reemplazar nada, pero sí creemos que se puede complementar una cartera tradicional con productos de este tipo: acotados, con respaldo y con retornos que llegan en semanas, no en años”, concluye Pérez.